La tarde viaja,
con ese sabor a mar
que navega en el horizonte,
lejano
pero visible,
el Sol dominical
lanza sus últimos rayos
y tú
ausente,
un día más,
otra tarde sin ti
aunque presente estás
en mí,
el verso anda triste
sin los besos amantes
de esos cálidos labios
donde mis deseos yacen.
Etiqueta: tarde
Cae la tarde
Cae la tarde
y el sol intenso
derrite mi piel entera
mientras mi corazón espera
con Fe tu pronto regreso,
cae la tarde en este país
que me sabe a tristeza sin ti
mientras veo una paloma blanca
volar sobre mi cabeza
y entonces se que eres tú,
tú que desde tierra foránea
me enviás besos del alma
para que me ayuden a soportar
este pesado calvario
que es amar en la distancia,
cae la tarde,
una tarde más
lejos de tus labios intensos
pero también otro día que se va
y me acerca a tu regreso.
Sexo a todas horas
Sexo a todas horas,
sexo de dos,
sexo de suspiros
en el baño a escondidas
de nuestra vida cotidiana,
sexo a todas horas,
sexo de dos,
de gemidos en silencios,
de nalgas al descubierto
y pene erecto
que penetra vagina sata,
sexo a todas horas,
sexo de mañana,
de tarde,
de noche,
sexo de dos,
sexo de pasión,
de amor,
de intensidad,
sexo de cuerpos benditos,
de calor inagotable,
sexo a todas horas,
sexo de dos,
sexo infinito.
Tarde gris
Cae la tarde y el cielo se ha vuelto gris,
gris por falta de besos, de caricias, de ti,
gris por tu ausencia,
por tu lejanía,
por nuestra lejanía,
cae la tarde y todo es gris,
me faltas tú: Mi Sol,
me falta tu cuerpo: Mi calor,
cae la tarde gris
espero que mañana salga el sol: Mi Sol.
Una tarde cualquiera
Una tarde, todo ocurrió en una tarde cualquiera de verano, una de esas tarde calientes donde la piscina es el mejor lugar para refrescar a ritmo de una buena cerveza cubana, así fue como la conocí, en una piscina de cuarta de un motel malucho pero al menos tenia un poco de agua fría para matar la sofocante calor del día. Ella, ella era rubia, presumida, se creía diosa sin serlo y yo que odio las diosas falsas ni la mire, para mi no tenia importancia, para mi sus bikinis azul marino sobre ese cuerpo blanco divino que tenía no me llamaban la atención, ni tampoco su pelo subió y su piel blanca. Ella estaba en una butaca viaje frente a la piscina, su piel suave era protegida por una gran sombrilla de sol. Yo en cambio estaba en el agua, refrescándome el cuerpo y mirándola con el rabillo del ojo pero sin hacerle mucho caso, era demasiada creída para mi gusto, y aunque en el fondo del alma y del celebro masculino quería tenerla en mi cama o metida en aquella agua haciéndole el amor para matar el aburrimiento, no le di mucha importancia para mantenerla a mi nivel.